Antonio Vivaldi nació en Venecia en el año 1678 en el seno de una familia humilde, y sus padres decidieron que su futuro estaba en la carrera eclesiástica, algo que al joven Vivaldi no le hacía la más mínima gracia, ya que lo único que le interesaba era la música. Un problema de salud, una «oportuna» asma, vino a liberarle de sus obligaciones religiosas, y de este modo puedo dedicarse a componer a sus anchas y a trabajar como maestro de música en un orfanato para señoritas de Venecia, La Piedad. La mayoría de las chicas internadas eran hijas ilegítimas de nobles venecianos, que para tranquilizar sus conciencias aportaban generosos fondos a la institución, así que Vivaldi pudo formar un excelente coro y una orquesta.
Mientras tanto se dedicaba a componer, y en 1725 compuso la más célebre de todas sus obras: Las Cuatro Estaciones.
Sin embargo, a Vivaldi lo que le tentaba era componer óperas, y se dedicó a ello con tanta intensidad y pasión que entre los años 1713 y 1739 escribió un número de óperas que se acercaba a la cincuentena. Tuvo un gran éxito, aunque también recibió críticas severas. Entre los críticos y censores más severos estaba el cardenal de Ferrara, que debido a su irregular supuesta situación sentimental, sus amores con la soprano Anna Tessieri Giro, prohibió que estrenara una de sus óperas.
Los gustos del público son, y en aquel entonces ya lo eran, cambiantes, y sus óperas dejaron de ser del agrado del público en su país, así que ni corto ni perezoso se fué a probar fortuna a Viena, ya que el emperador Carlos VI era uno de sus más grandes admiradores, con tan mala fortuna que cuando llegó a la capital austríaca el Emperador había muerto por una intoxicación de setas. De este modo, el pobre Vivaldi tuvo que sobrevivir como pudo en Viena, llegó incluso a vender sus partituras. Vivaldi murió en Viena el 28 de julio de 1741.
Ahora llegamos al punto que justifica el título de este artículo Vivaldi, la ópera y los castrati. En la mayoría de las óperas de Vivaldi hay papeles protagonistas escritos para castrati, motivo por el cual ahora se representan poco. Recordemos que los castrati eran niños a los que se castraba antes de llegar a la pubertad para seguir conservando una límpida voz de soprano. En la época de Vivaldi, se consideraba inmoral que una mujer cantara en un escenario, así que los castrati interpretaban en ocasiones los roles femeninos. Por lo visto no era inmoral que un muchacho castrado se travistiera y actuara en su lugar.
Una curiosidad sobre los castrati. En aquella época eran los reyes de la escena, tanto que podían hacer un poco lo que les viniera en gana en sus actuaciones. Por ejemplo, podían cantar sus arias favoritas en cualquier ópera, fuera del compositor que fuera y aunque no tuviera nada que ver con el argumento de la ópera que se estuviera representando en ese momento. Esas arias viajaban con los castrati allá donde fueran.
Una de las óperas de Vivaldi, por citar una, es Orlando furioso. Ópera en tres actos y con libreto de Grazio Bracioli basada en el poema de Ariosto. Se estrenó en Venecia el año 1727. En España no se ha estrenado nunca.
El papel de Orlando, Vivaldi lo escribió para un castrado. Actualmente este rol lo canta un contratenor, una soprano o mezzosoprano, o incluso una contralto. Hoy vamos a oir el aria del acto I, Nel profondo, cieco mondo, en la voz del contratenor Philippe Jarousky.
