Manon ha pasado de vivir sencillamente al lado de Des Grieux a hacerlo como una mujer rica, bella y aclamada por todos al lado de Monsieur de Bretigny y convertirse en la reina de todas las cortesanas de París. En el aria «Je marche sur tous les chemins» ella se autodefine así:
«Camino por todas partes,
igual que una soberana;
Se inclinan, besan mi mano,
¡porque gracias a mi belleza soy reina!
¡Soy reina!
Ante mi vida aventurera,
los nobles se acercan quitándose el sombrero.
¡Soy bella, soy feliz!
¡A mi alrededor todo debe florecer!
¡Voy a cualquier lugar que me atraiga!
¡Y si Manon tuviera que morir,
sería, amigos, entre un estallido de risas!»
Y siguiendo esa tónica de alegría y despreocupación en la conocidísima gavota dice:
«¡Obedezcamos cuando sus voces nos llamen
a tiernos amoríos,
siempre, siempre, siempre,
mientras seáis hermosas,
pasad vuestros días sin contarlos, todos
vuestros días!
Aprovechemos la juventud,
los días que nos trae la primavera;
¡amemos, riamos, cantemos sin cesar,
todavía sólo tenemos veinte años!
El corazón más fiel, ay,
olvida el amor, el amor en un día,
y la juventud, abriendo sus alas, desaparece
para siempre.
¡Aprovechemos la juventud,
la estación de la primavera es muy corta!
¡Amemos, cantemos, riamos sin cesar,
no tendremos siempre veinte años!
¡Aprovechemos la juventud!
¡Amemos, cantemos, riamos sin cesar,
aprovechemos nuestros veinte años!»
Manon, después de este alegato a la libertad, a la despreocupación y a vivir pensando en el placer, se dará cuenta de que eso es sólo fachada, porque sigue amando al caballero Des Grieux y correrá a su lado para declararle su amor, que nunca murió en realidad.