La ópera Peter Grimes de Benjamin Britten se estrenó en 1945 en el Sadler’s Theatre de Londres. Dicho teatro carecía de la tecnología necesaria para realizar las transformaciones escénicas que la ópera requería así que, se solicitó a Britten que compusiera unos interludios para facilitar los cambios de escena.
Britten los compuso, pero hizo algo más que eso: consiguió que estos interludios crearan en el espectador el estado de ánimo oportuno para las escenas que los seguían.
Hoy en día se interpretan como piezas independientes bajo el nombre de «Cuatro interludios marinos» y representan el mar de Aldeburgh, localidad donde transcurre la acción de la ópera, en diferentes momentos y condiciones del día.
Lo oiremos en versión de Leonard Bernstein y la Boston Symphony Orchestra.
1 – Amanecer
En realidad es el preludio de la ópera. Se basa en un motivo de violines y flauta que desarrolla posteriormente toda la orquesta. Crea una atmósfera calmada de la vida.
2 – Mañana de domingo en la playa
Representa la luz calma del sol sobre el mar y las casas del pueblo una apacible mañana de domingo.
3 – Claro de luna
En la ópera es la hermosa introducción al acto III, representa el mismo lugar del amanecer, pero con la serenidad y el silencio de la noche. Posiblemente sea el de más envergadura y más emotivo de los cuatro. Crea un ambiente límpido, imaginamos el puerto y el pueblo a la luz de un cielo iluminado por la blanca claridad de la luna.
4 – La tempestad
En la ópera aparece en la escena segunda del acto I, aunque en la versión concierto se escucha en último lugar.
El viento y la lluvia evocan la cólera del protagonista, Peter Grimes.
Imagen: The Scallop (La vieira) de Maggi Hambling es una escultura dedicada a Benjamin Britten situada en la playa de Aldeburgh. En el borde de la concha están perforadas las palabras “I hear those voices that will not be drowned” (oigo esas voces que no serán ahogadas) de la ópera Peter Grimes.
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