No es un aria todo lo que parece un aria. Por ejemplo, «La donna è mobile» de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi, no es un aria, es una canción.
No es una aria porque le falta lo más esencial, que es una estructura interna que así la configure. No tiene un segundo tema musical. Es sencillamente una melodía que se repite, y ésta es además muy simple. Verdi, que lo sabia perfectamente, y vió lo pegadiza que era, no la dejaba cantar en los ensayos previos al debut, para que los trabajadores del teatro no la fueran tarareando por ahí y llegara a oídos del público antes de su estreno.
Otra «falsa aria» es «Una furtiva lagrima» de la ópera «L’elisir d’amore» de Gaetano Donizetti, ni tampoco es una canción, esto es una romanza.
Una romanza, es pues, una pieza musical, más breve que un aria, sin recitativo previo ni cabaletta posterior y en la que el tema es siempre de tipo amoroso.
Que no sean arias no significa que no tengan una gran dificultad en su ejecución. Probablemente, una de las piezas que haya puesto en más aprietos a cualquier tenor y en la que se hayan soltado más gallos sea precisamente «La donna è mobile».
Veamos estas dos piezas de las que hablábamos y disfrutemos de dos magníficas interpretaciones de esas «arias» que no lo son.
Roberto Alagna «La donna è mobile» (Rigoletto – Verdi)
Una Furtiva lagrima – Rolando Villazon (L’Elisir d’Amore – Donizetti)