Antonin Dvorák compuso su Réquiem en 1890 como un encargo del Festival de Birmingham.
Los Réquiem de la segunda mitad del siglo XIX, com o son los de Schumann, Saint-Saëns, o el mismo de Dvorák, fueron concebidos para ser interpretados en salas de concierto, más que en ceremonias fúnebres religiosas, ya que debido a las licencias textuales, se inclinaban más al oratorio.
El Réquiem de Dvorák es uno de los más largos que existen. En su estreno fue acogido bastante bien por el público y la crítica, pero fue precisamente una crítica la que influyó a posteriori en sus representaciones, George Bernard Shaw dijo de él que era tan aburrido como un funeral mismo.
Dvorák era consciente que su Réquiem sería más interpretado en una sala de conciertos más que en el coro de una iglesia. Su duración de una hora y media no es la habitual de una misa; además requiere de cuatro solitas y un coro importante. La cantidad de instrumentos es también considerable, como solía ocurrir en las últimas orquestas románticas. Así pues, es un Réquiem que dificilmente será interpretado completo en el funeral de nadie. En referencia a esto último, fragmentos del Réquiem de Dvorák, fueron interpretados en el funeral del disidente y político checo Václav Havel
La versión que podemos oir a continuación del Réquiem de Dvorák está interpretada por:
Krassimira Stoyanova, soprano
Elīna Garanča, mezzo-soprano
Stuart Skelton, tenor
Robert Holl, bajo
Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks
Mariss Jansons, director